Seis hombres chinos, toneladas de minerales y más de 100 máquinas pesadas protagonizan una de las operaciones más importantes que el Gobierno mexicano ha efectuado desde el inicio de su estrategia de seguridad en Michoacán, en el suroeste del país.
La minería ilegal es uno de los principales pulmones económicos del cartel de Los Caballeros Templarios, la mafia que domina la región y que hasta hace muy poco (desde el 4 de noviembre pasado, cuando el Ejército asumió el control de la ciudad) también mandaba en el puerto michoacano de Lázaro Cárdenas, el más importante en transporte de cargas de México.
El comisionado Alfredo Castillo, designado por el presidente Enrique Peña Nieto para gestionar su estrategia de seguridad en Michoacán, detalló esta semana que la minería ilegal generó ganancias a los narcos de al menos 28 millones de dólares solamente el año pasado. La mafia cobraba siete dólares como impuesto por cada tonelada extraída ilegalmente. El mineral y las maquinarias pesadas que las autoridades se incautaron hace unos días valen cerca de 15 millones de dólares, según indican datos oficiales. La operación, aseguró Castillo, ha conseguido hacerse con el 44% de la producción total del hierro extraído en las zonas cercanas a Lázaro Cárdenas en lo que va de este año. “Hay que ser muy inteligentes y pegarles [a los narcos] donde más les duele”, afirmó.
Un empresario minero comenta en Lázaro Cárdenas: “Estamos sentados en una mina de oro. O mejor dicho, de hierro. Por su ubicación y recursos naturales, este puerto tiene un potencial tremendo. Y eso hace que a todos se les antoje”. Todos es la referencia que utiliza para las mafias, que hasta hace muy poco desataron una escalada de violencia en la ciudad. Los asesinatos eran cotidianos, y la oposición a las operaciones del crimen organizado se castigaba con la muerte. Otro empresario, en un restaurante desierto, comenta: “Era de todos los días, nunca nos dejaban olvidar que estaban presentes. Aquí mismo [señala a la calle] lanzaban granadas. No para matar, solo para asustar”.
La desvencijada terminal del aeropuerto de Lázaro Cárdenas deja entrever que este no es un sitio cualquiera. Dos ciudadanos chinos hablan mientras sorben sendos cafés, un hombre con acento hindú conversa en inglés por teléfono, y un hombre de aspecto anglosajón mira su ordenador en un sofá. Minutos más tarde, la intuición se fortalece. Una bandera china descansa en una mesa de la recepción de un anodino hotel para ejecutivos viajeros. A Lázaro Cárdenas se va a hacer negocios y desde la entrada queda claro.
Los soldados que patrullan las calles en camionetas que dicen “Policía municipal” contrastan con la que es una intensa actividad comercial: las importaciones se calculan en cerca de 10.000 millones de dólares al año. Hace cuatro meses que el Ejército mexicano asumió el control de Lázaro Cárdenas. La Marina armada sustituyó a la mercante en las operaciones del puerto y los militares sustituyeron a los agentes locales que ahora se limitan a cumplir, desarmados, funciones civiles.
Los Caballeros Templarios gestionaban numerosas minas clandestinas (las reservas de hierro de la región son las más abundantes del país). Los transportistas de la región reconocen que controlaban flotas de hasta 200 camiones para trasladar el mineral, y empleaban a miles de personas. En otros casos, obligaban a los mineros empleados en empresas legales a entregarles una porción. El encargado de comandar las operaciones es Servando Gómez La Tuta. Uno de los siete líderes de Los Caballeros Templarios identificados por las autodefensas y que es natural de Arteaga, un municipio serrano que colinda al norte con Lázaro Cárdenas.
El boom de la minería ilegal michoacana, el estado que tiene las mayores reservas de hierro del país, ha cuadruplicado las exportaciones del mineral en solo seis años: de 1,5 millones de toneladas en 2006 a 4 millones de toneladas en 2012.
El dominio de la mafia en el puerto perjudicó a su intensa actividad comercial. Alonso Ancira, presidente de la Cámara Nacional del Hierro y el Acero (Canacero) declaró al periódico Reforma que la violencia generaba un sobrecoste a las empresas de por lo menos un 6%. “Nos sacaron de las minas. Hay lugares donde no podemos estar ni mandar gente ahí”, comentó. El Gobierno mexicano tiene indicios de que las operaciones ilegales en el puerto se remontan, por lo menos, hasta 2008.
Los seis chinos detenidos por las autoridades mexicanas quedaron libres, sin que se presentaran cargos, y su embajada ha desmentido con firmeza que estén involucrados en actividades ilegales. Pero el suceso ha alimentado las sospechas de que algunos grupos ilegales del país asiático operan en Michoacán y pagan jugosos contratos a los narcotraficantes para obtener el hierro, una sospecha que repiten varios funcionarios michoacanos en privado.
Fuentes del Gobierno de Michoacán describen que las mafias mexicanas intercambian hierro por químicos necesarios para elaborar metanfetamina (Los Caballeros Templarios eran hasta hace muy poco líderes en la droga sintética). En Lázaro Cárdenas hay tiendas con letreros en chino y los habitantes afirman que han comprado propiedades para instalar sus casas. “Mire, todo eso es de los chinos”, dice un hombre cuando señala un terreno baldío. La ciudad es “hermana” de Ningbo, China, el puerto más grande de la provincia oriental de Zhejiang, y unido por un puente con Shanghai.
Las autodefensas, civiles armados que desde febrero de 2013 han declarado a la guerra a Los Caballeros Templarios, han tomado el control de algunos municipios que también tienen abundantes reservas mineras: es el caso de Aguililla. El Comandante Cinco, uno de los estrategas militares de las milicias, afirma que “de ahí provienen muchos apoyos” para sus finanzas. Los empresarios reconocen que los civiles armados sí les piden una “cooperación” o “apoyo”, pero insisten en que el pago es “voluntario” y que es mucho menos al que les exigían Los Caballeros Templarios.
El puerto de Lázaro Cárdenas, el que tiene la más intensa actividad del mayor transporte de carga de México, es también el más joven. Tiene apenas 83 años de haber sido fundado y se llama así desde hace 35. Tomó su nombre del michoacano que ocupó la presidencia mexicana entre 1934 y 1940: Lázaro Cárdenas asumió la ciudad como su proyecto para sacar provecho de las abundantes reservas de hierro de Michoacán, las más grandes del país. Hace apenas 40 años que comenzaron a aparecer las siderúrgicas. Pero su riqueza y localización estratégica (la situación de Lázaro Cárdenas, a medio camino entre Centroamérica y EE UU, lo coloca en una posición privilegiada para comerciar con Asia) se convirtió en su maldición.Varios de los habitantes de la ciudad lo reconocen: “está todo mucho más tranquilo”. El presidente del Consejo Coordinador Empresarial del puerto, Benjamín Rodríguez Álvarez, asegura que Lázaro Cárdenas tiene un potencial que “aún no se ha aprovechado”. Espera que las obras anunciadas dentro del plan previsto por Peña Nieto en enero pasado (que prevén que el puerto duplique su actividad para 2015) traigan “más trabajo” a la ciudad. “Esa es la solución para los problemas que enfrenta Michoacán: que se cree más empleo”, afirma. El puerto, insiste, tiene la capacidad para situarse como el más importante del país y uno de los principales del continente. Un trono de hierro que los ciudadanos de Lázaro Cárdenas esperan recuperar.